EL HORROR DE LA ESTASIS EN LA QUE RESULTÓ TU AMOR
Creí haber encontrado mi Verdadera Voluntad.
Creí que tú eras mi Verdadera Voluntad.
Creí haber asesinado al Ermitaño.
Creí que el haber estado odiosamente encadenado a la Espera no me perdería ver germinar el fruto de la semilla derramada entre mis pies.
Creí que los surcos provocados por la semilla cayendo entre mis ingles con su lento dolor habían adquirido belleza.
Creí que me liberarías y que viviríamos en la casa de frambuesa en la que se convertiría el esperado fruto.
El oxímoron que lacera.
Creí haber llegado a saber que mi Dios era yo y terminé sabiendo que en quien creía era en ti.
Me equivoqué en todo menos en que tú eras mi Verdadera Voluntad.
Tantos años habiendo creído que mi cuerpo era la Abadía de Thelema y me encontré con que no existía rastro de Voluntad en mí.
Seguí la tuya.
Seguí tus consejos (¿advertencias?)
Debía de ser egoísta para llegar a ti.
Me meé sobre toda la mierda new age orientalista occidentalizada y te amé siendo egoísta.
Pero la Voluntad era tú y fuiste tú quien decidió pisar el anhelado fruto como castigo por haber sido egoísta para no perderte de vista.
Me declaraste culpable de haberte amado y me condenaste a permanecer en la Estasis.
Tú decidiste por mí.
Te perdí por comportarme como tú me dijiste que debía comportarme para hallarte.
Me mantuviste encadenado a la vida y sin poder ejerecer mi mayor prueba de amor consistente en matarte.
Las semillas que ahora se pudren entre mis pies son los ojos que me arranqué para no sufrir el volver a perderte de vista si acaso regresabas a ejercer tu Voluntad.
Cómo no ibas a regresar siendo tú mi Voluntad.
Josu Sein (febrero 2017)